martes, 30 de agosto de 2011

De Ázidoh y los niños de la humánica

¿Cumplen los niños las leyes de la humánica? ¿lo hacen del mismo modo que un adolescente o un adulto?
Recientemente han coincidido en mi casa mis cinco sobrinos en un día de verano. El pequeño, Willy, dedicó su día a dormir plácidamente en su carricoche haciendo breves interrupciones para tomarse su biberón y para sacar la lengua arrancándonos sonrisas a mis hermanas y a mí. Las otras cuatro bestias pardas, mis dos sobrinos de Getafe y mis dos sobrinos de Ponferrada, se dedicaron a bañarse en la piscina, a jugar con sus coches, motos y gormitys, a luchar a muerte con mis espadas, hachas y demás armas de juguete que guardo para ellos, a imitarme en mi comportamiento, a rapiñar cualquier tipo de gominola o dulce que pueda tener su abuela… Yo, que aprovecho cualquier ocasión para reflexionar sobre las leyes, me pasé la mañana analizando sus conductas mientras jugaba con ellos al tiburón ciego (un juego improvisado para la piscina)… y los resultados me sorprendieron.
Los niños cumplen la ley cero a rajatabla y de una manera más que evidente puesto que sus círculos están bien definidos. Mis sobrinos se quieren, pero más a sus hermanos que a sus primos… defenderán a sus primos pero la prioridad se la lleva su hermano en caso de tener que elegir. Así mismo también sitúan en círculos distintos a los adultos en función de factores como la frecuencia con la que los ven, la cantidad de satisfacciones y comodidades que reciben de ellos, los regalos que les hacen… incluso la apariencia física ( que les puede dar miedo). Por ejemplo, mi sobrino Danny es capaz de privarse de la comodidad de bañarse si le pido que me ayude a recoger los juguetes… en cambio no responde a la misma petición si proviene de mi novia o de su tía (la madre de willy) … sin embargo mis sobrinos de Ponferrada se muestran más reacios a cuando se lo pido yo que cuando se lo pide su abuela.
Los niños también cumplen la primera ley… aunque cueste creerlo. Un niño siempre protege su existencia mientras no rompa su ley cero… pese a que tengan conductas irresponsables. Cuando un niño atenta contra su integridad física lo hace por desconocimiento o por negligencia.
Los niños cumplen la segunda ley  de manera sencilla y visible… todo lo que hace un niño, lo hace por satisfacciones o comodidades salvo que eso rompa la ley cero o la primera ley. Un sobrino que se niega a darme un beso (puesto que pincho) cambiará de idea si le ofrezco un sobre de cromos o un helado… Un niño que no quiere recoger sus juguetes, lo hará al descubrir que si no los recoge no podrá volver a meterse en la piscina.
Un niño cumple la tercera ley por sorprendente que pueda parecernos. Ellos no gastan más energía de la necesaria para cumplir las leyes anteriores ¿Cómo es posible si están todo el día corriendo?  Porque para ellos prácticamente todo gasto de energía constituye un juego o una manera de descubrir cosas nuevas y por tanto un acceso a comodidades y supervivencias… pero cuando se trata de gastar energía en algo que no les va a dar ninguna satisfacción , como recoger sus juguetes sin haber un helado en juego, entonces no gastan energía en hacerlo… Por otro lado el pequeño willy se duerme cuando ve que ya no puede recibir más comodidades… o llora pidiendo mimos (más comodidad).
Los niños también cumplen con otros complementos de la humánica como el miedo (al hombre del saco o al señor del agujero)… Pero hubo una cosa que no cumplían… Los niños rompen las leyes de la humánica mediante los apéndices… sin embargo rara vez se arrepienten o sienten culpa. Un de mis sobrinos hace llorar a otro al pegarle un guantazo (su acción rompe la ley cero), le  castigamos sin bañarse en la piscina privándole de esa satisfacción (su acción rompe la segunda ley) pero sin embargo no se arrepiente ni siente culpa en ningún momento… aunque haya sido un acto de violencia injustificada. Otro ejemplo es cuando su padre le castiga privándole de una comodidad por haber hecho algo mal (la acción del niño le ha privado de esa comodidad de forma indirecta por desconocimiento) y él no se arrepiente, sino que echa la culpa a otro niño, a su propio padre o incluso al objeto de la acción (la pared se ha pintado sola)… U otro ejemplo común es el niño que rompe un juguete rompiendo la segunda ley, se enfada, y en lugar de arrepentirse de romperlo lo que hace es pegar a su hermano… Tras analizar varios casos similares he llegado a la conclusión de que los niños no suelen sentir pena ni arrepentimiento al romper las leyes porque no se responsabilizan de sus acciones por lo que, para ellos mismos, ello no han roto las leyes; es decir, echan la culpa a cualquier otro factor o persona puesto que no asumen la responsabilidad de sus malas acciones. En este sentido, el método recompensa/ castigo empleado por los familiares y educadores… o incluso por la propia naturaleza, es lo que hace que, tras años de aprendizaje, el niño maduré hasta asumir que las consecuencias directas e indirectas de sus acciones son responsabilidad suya. Por ejemplo, mi sobrino el mayor, que ya tiene siete años, si se responsabiliza y se arrepiente cuando ve que algo que ha hecho le ha privado una comodidad o satisfacción o ha atentado contra la integridad de algún ser querido. Un símbolo claro de esta madurez, de esta asunción de la responsabilidad de las consecuencias de los actos, es cuando un niño pide por primera vez perdón al lastimar algo o a alguien sin que nada ni nadie le obligue o fuerce a ello… Algo que algunos adultos ni siquiera consiguen. Tras esto, los niños comienzan a aprender el uso del orgullo para evitar la culpabilidad y el arrepentimiento.
De cualquier modo todo esto entra en el campo de la psicopedagogia y la psicología del desarrollo, campos demasiado complejos como para que yo pueda ``invadirlos´´ sin tener conocimientos… Por este motivo ahora me arrepiento por haber roto la mi segunda ley al pensar demasiado y no aprovechar toda la comodidad y sobretodo satisfacción que me puede dar estar en un día de verano con todos mis sobrinos, mi novia, mi madre, mis hermanas, mis cuñados… y tal vez el señor del agujero

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¿Y tu que opinas?